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Miriam Díaz Ruiz

Técnico Superior PRL en MetaContratas.

¿Qué agente extintor es el más adecuado?

Introducción:

El fuego es un elemento a tener en cuenta en cualquier empresa, especialmente si se trata de empresas con una carga de fuego elevada (empresas con actividades que implican la manipulación/almacenaje de sustancias que pueden propiciar la aparición de un incendio).

La aparición del fuego supone la coordinación de una serie de actuaciones previstas por parte de las empresas, en las cuales intervienen una serie de medidas de lucha contra el fuego.  Entre ellas, pero no limitadas a las mismas, nos encontramos a los extintores, cuya utilidad resulta inestimable. Pero ¿cómo funcionan?

El triángulo del fuego:

En el mundo preventivo se ha acuñado la terminología del “Triángulo del fuego” para referirse a los 3 elementos que suponen la aparición y prolongación en el tiempo de una llama. El triángulo se compone de:

  • Combustible (cualquier material que el fuego pueda consumir para poder continuar ardiendo. Los materiales pueden ser de distinto tipo y, en consecuencia, las características del fuego variarán).
  • Comburente. (el medio en el que arde el fuego, en este caso se trata del aire, siendo el responsable de la reacción el oxígeno).
  • Energía de activación. (generalmente se trata de la fuente que causa la reacción inicial que produce el incendio una vez se dispone de combustible y comburente suficiente para ello.  También es la energía que mantiene la reacción en el tiempo).

¿Por qué resulta importante este factor? Sabiendo cómo se inicia, podemos saber dónde tenemos que actuar, de tal forma que si se actúa y anula uno de los 3 elementos se puede eliminar el fuego. 

Puntos de actuación:

Sabiendo cuáles son las partes del triángulo del fuego sabemos que actuando sobre una de las 3 partes y eliminándola de la ecuación, se puede controlar el fuego. Por tanto, podemos hablar principalmente de 4 métodos para eliminar el riesgo de que se produzca o se propague:

  1. Eliminación del agente combustible. Aunque puede resultar obvio, eliminar directamente la fuente del combustible suele resultar la opción preventiva más adecuada, dado que no podemos prescindir del comburente por razones obvias y en ocasiones la energía de activación puede ser una simple chispa, o la propia temperatura del ambiente; asegurarnos de que no exista combustible para que se genere la reacción facilita las cosas siempre y cuando sea viable y no genere riesgos más graves al hacerse. Cualquier método que suponga que no exista un aporte de combustible resulta funcional, desde una separación física hasta la neutralización del propio combustible por refrigeración del mismo.
  2. Sofocación del comburente. El fuego no arde sin oxígeno, por tanto cualquier elemento que impida un aporte de oxígeno renovado al combustible en llamas facilita la extinción del mismo. Esto se puede hacer a través del desplazamiento del oxígeno por un gas inerte o la dilución del mismo hasta que la concentración del oxígeno sea insuficiente para que la reacción se mantenga, también se puede conseguir a través del aislamiento del combustible en llamas en un espacio seguro con oxígeno limitado, de tal forma que al consumir el oxígeno, se detenga la reacción.
  3. Enfriamiento de la energía de activación.  El calor es la fuente de energía que mantiene la llama. Esto es cierto, hasta el punto en el que una sala que tuvo un incendio que ahora está extinto, con temperatura suficiente y solo uno de los dos elementos restantes ausentes (por ejemplo, oxígeno) volverá a arder si vuelve a entrar en contacto con el elemento restante a consecuencia de la energía disponible. Por tanto, el enfriamiento del combustible/ambiente puede resultar eficaz para eliminar la posibilidad de incendio, haciendo que, aunque combustible y comburente estén presentes, no se genere la reacción.
  4. Inhibición de la reacción en cadena. El fuego es una reacción química. La reacción se automantiene siempre y cuando existan los 3 componentes del triángulo del fuego. Para simplificarlo, se puede entender como que el fuego tiene una inercia. Sin embargo, existen agentes que actúan a nivel molecular, impidiendo la propia reacción química, lo que hace que todo el proceso se detenga en seco, y el fuego no sea capaz de “remontar”.

Hemos visto las formas en las que se sofoca el fuego, sin embargo ¿Qué elementos pueden llevar a cabo esta tarea de extinción? ¿Qué factores influyen en la efectividad de cada método?  Aquí entran los agentes extintores:

Agentes extintores:

Uno de los problemas principales a tener en cuenta con los fuegos tiene que ver directamente con los tipos de materiales que los producen. En este caso podemos hablar de

4 clases de agentes extintores en función del material sobre el que estén ardiendo:

Clase A:  Fuego de materiales sólidos, principalmente orgánicos.

Clase B: Fuego de líquidos o sólidos licuables.

Clase C: Fuego de gases.

Clase D: Fuego de metales. Tales fuegos suponen la aplicación de diferentes tipos de sustancias extintoras, debido a que las diferentes características de los mismos hacen que sea necesario realizar una aproximación distinta.  Por ejemplo, piense en las fuertes llamaradas que se pueden producir en una cocina cuando el aceite de una sartén se inflama. Usar agua en este tipo de fuego no solo no resulta funcional, sino que además empeoraría las cosas sustancialmente.

Figura 1:  La etiqueta de un extintor que contiene un agente de polvo ABC, indica los 3 tipos de fuego para los que resulta adecuado. Si nos fijamos, aunque tenga una cierta polivalencia, los números de la parte superior de la etiqueta indican la eficacia sobre los tipos.

La siguiente tabla se basa en la tabla que aparece en la NTP 28: Medios de extinción, en la que se refleja la idoneidad de los diferentes agentes extintores más comunes y su eficacia en función del tipo de combustible.

Como podemos observar, existe una gran cantidad de agentes extintores de probada eficacia para los diferentes tipos de fuegos. Sin embargo, a la hora de realizar una elección adecuada de los agentes extintores a emplear es necesario tener en cuenta más factores, como el espacio disponible, ventilación del local, presencia de diferentes sustancias inflamables con características diferentes, incompatibilidad de diferentes mecanismos de extinción cuya coexistencia pueda ser necesaria, la presencia de elementos en tensión, e incluso podemos considerar los daños materiales que puede suponer el uso de un extintor inadecuado, como por ejemplo los daños a un terminal informático por culpa de rociarse con un agente extintor basado en agua o en polvo.

En definitiva:  encontrar el agente adecuado se debe siempre basar en un estudio exhaustivo que garantice una efectividad óptima y la minimización de los daños materiales y humanos a razón de los tipos de fuego que puedan producirse y la severidad de los mismos en los centros de trabajo o emplazamientos a los que pueda afectar. Y tú, ¿Cuál crees que es el aspecto más influyente a la hora de elegir un agente extintor sobre otro? ¿Conocías el triángulo del fuego?

Fuentes y enlaces de interés:

NTP 28:  Medios Manuales de Extinción.
NTP 99: Métodos de Extinción y Agentes Extintores.
El triángulo y el Tetraedro del fuego.

Autor:
Samuel Suárez Nieto. Técnico Intermedio de Prevención de Riesgos Profesionales en Metacontratas.

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