Introducción
Hoy en día existen una gran variedad de puestos de trabajo, con unas características muy concretas, y que requieren ciertos conocimientos y experiencias que cualifican al empleado para ese puesto. Es precisamente por esta variedad de empleos que existen diversos tipos de horario y de jornada, con el objetivo de desarrollar las tareas de la manera más eficiente posible, tratando de no alterar el ritmo normal de la vida cotidiana.
Algunas de estas tareas, por sus características, requieren ser realizadas en turnos nocturnos (como puede ser la recogida de residuos urbanos, la conservación de asfalto y carreteras, los turnos de 24 horas del personal sanitario o de los cuerpos de seguridad, etc.). Este tipo de jornadas pasan factura a los trabajadores que desempeñan sus funciones durante la noche o en turnos discontinuos, ya que alteran notablemente su ritmo natural del sueño, alimentación y vida social.
En primer lugar, conviene distinguir entre el trabajo nocturno y el trabajo a turnos, saber qué riesgos suponen para la salud y conocer cuales son las medidas preventivas que podemos aplicar para paliar sus efectos. El siguiente artículo nos ayudará a conocer todos estos aspectos relacionados con el trabajo a turnos y en horario nocturno, y cómo gestionar los turnos rotativos o nocturnos.
El trabajo nocturno y el trabajo a turnos. ¿Qué son?
Para poner en contexto los diferentes tipos de turno trabajo, se entiende por jornada laboral aquel que ocupa aproximadamente 8 horas de trabajo, con una pausa para la comida, y con una entrada entre las 7-9 de la mañana y salida entre las 18-19 h de la tarde. La distribución del trabajo a turnos se realiza de manera diferente, ya que el trabajo es desarrollado por distintos grupos sucesivos, cumpliendo cada uno de ellos una jornada laboral, de manera que se abarca un total de entre 16 y 24 horas de trabajo diarias. Existen varios tipos de trabajo a turnos, como se detalla a continuación:
- Sistema discontinuo: El trabajo se interrumpe normalmente por la noche y el fin de semana. Supone, pues, dos turnos, uno de mañana y uno de tarde.
- Sistema semicontinuo: La interrupción es semanal. Supone tres turnos, mañana, tarde y noche, con descanso los domingos.
- Sistema continuo: El trabajo se realiza de forma ininterrumpida. El trabajo queda cubierto durante todo el día y durante todos los días de la semana. Supone más de tres turnos y el trabajo nocturno.
Por otro lado, la NTP 455 sobre el trabajo nocturno y en turnos rotativos, recoge que los trabajos nocturnos son aquellos que tiene lugar entre las 10 de la noche y las 6 de la mañana y se considera trabajador nocturno al que invierte no menos de tres horas de su trabajo diario o al menos una tercera parte de su jornada anual en este tipo de horario.
Por lo general, tanto los turnos nocturnos como los rotativos generan malestar al trabajador que debe adaptarse a ellos, ya que supone un gran trastorno para los ritmos circadianos y sociales del individuo. En el siguiente apartado, veremos qué riesgos y trastornos conllevan este tipo de jornada.
¿Cuáles son los riesgos y/o trastornos derivados del trabajo nocturno o rotativo?
La continua variabilidad de los horarios en los turnos rotativos o el esfuerzo de adaptabilidad de los ritmos corporales a los horarios nocturnos conllevan desajustes en el sistema neurológico y fisiológico del individuo. La dificultad de adaptar los ritmos circadianos (los ritmos biológicos del cuerpo humano, que se repiten cíclicamente) y sociales a las exigencias del puesto derivan a una serie de trastornos que comprometen la salud física y mental del trabajador. Estos riesgos son principalmente los que vemos a continuación:
Los trastornos en la alimentación
Se producen por diversos factores, como la falta de tiempo a la hora de la comida, la variabilidad de horarios (ya que puede alterar el ritmo y calidad de las comidas), el consumo de comida rápida y ultra procesada, entre otros. A largo plazo se pueden producir deterioros en la salud física de diversa consideración (gastrointestinales, neuro psíquicas y cardiovasculares) si no se aplican las medidas preventivas adecuadas.
Desde el punto de vista tradicional, se suprime una alimentación variada y rica en nutrientes por comidas rápidas, con un alto contenido calórico y en grasas saturadas, que ingeridas fuera de los horarios normales de comida afectan a la digestión, dando lugar a problemas intestinales a la larga. Además, se aumenta el consumo de sustancias estimulantes, como el café, el tabaco e incluso el alcohol, dando lugar a riesgo de desarrollar adicción, además de diversas patologías.
Los trastornos en el sueño
Los constantes cambios de horario producen también desfases en el adecuado desarrollo del sueño, ya que se dificulta la plena adaptación de los ciclos del sueño a los turnos laborales. Durante el sueño existen dos fases: sueño rápido y sueño lento.
- Fase de sueño rápido: Es la fase que permite la recuperación física del organismo. En ella se produce la fase inicial del sueño, más ligera, y una segunda fase de sueño más profundo, durante la cual las constantes corporales disminuyen.
- Fase de sueño rápido o paradójico: Es la fase encargada de la recuperación psíquica. Esta fase se repite aproximadamente cuatro veces durante el sueño, y en ella se produce un aumento de las constantes corporales. Es la fase en la que soñamos.
Para que esta fase nos aporte un descanso adecuado, debe durar al menos siete horas en horario nocturno, y permitir todas las fases del sueño. El trabajo a turnos dificulta el desarrollo pleno de todas las fases del sueño, ya que tener que adaptarse a horarios fuera de los ritmos de descanso habituales altera alguna de estas fases. Esto se traduce en malestar acumulado, que a la larga puede derivar en fatiga crónica y dar lugar a ciertas patologías nerviosas (dolor de cabeza, irritabilidad, depresión, temblor de manos, etc.), enfermedades digestivas (náuseas, falta de apetito, gastritis, etc.) y del aparato circulatorio.
Otro de los grandes riesgos es la disminución de la concentración durante el desempeño de las tareas laborales, dando lugar a accidentes de trabajo, de diversa consideración.
Alteraciones en la vida social
El ser humano es un ser diurno, como lo es la cultura y la sociedad en la que vivimos, en la que la mayoría de las actividades y acontecimientos sociales se producen durante el día, hasta el anochecer. Los momentos como las tardes, noches o fines de semana se emplean en la interacción familiar y/o social.
Trastocar estos momentos de coincidencia con el entorno familiar y social hace que el valor del tiempo del que dispone un trabajador por turnos disminuya, ya que no permite la conciliación entre la vida personal y la profesional. Trabajar en determinados momentos o franjas horarias supone renunciar a tiempo de realización de tareas personales, momentos compartidos con seres queridos, tiempo invertido en uno mismo, asistencia a determinados actos sociales o artísticos, etc.
Esta falta de compatibilidad entre lo personal y lo laboral puede derivar en malestar psicológico del trabajador, debido a que sus horarios son contrarios a los del resto de las personas y dificultan la interacción entre las mismas. Esto puede provocar sentimientos de aislamiento, culpabilidad y deterioro en las relaciones interpersonales, dando lugar a riesgos psicosociales, como ansiedad, irritabilidad o depresión, entre otros.
Prevención y gestión del trabajo a turnos
Como vemos, la dificultad de acoplar este tipo de horarios a la vida cotidiana de las personas reside sobre todo en tratar de evitar ese desfase que se produce a largo plazo en los ritmos biológicos y sociales del trabajador. El Artículo 36 del Estatuto de los Trabajadores respecto al trabajo nocturno, a turnos y ritmo de trabajo establece que el empresario debe velar por la seguridad y salud de los trabajadores, teniendo en cuenta en todo momento las características del puesto y el estado de salud de los empleados, especialmente los más sensibles, para adaptar las medidas preventivas necesarias en el puesto de trabajo, sobre todo en aquellos puestos monótonos y repetitivos. Algunas de estas medidas preventivas son:
- Respetar las horas de descanso de las que se disponga, procurando que sean lo más reparadoras posible. Algunos ejercicios de mindfulness favorecen la relajación y el descanso.
- Llevar una alimentación sana y variada, evitando alimentos procesados o con alto contenido en grasas saturadas. Una buena opción puede ser el “batch cooking” (cocinar los alimentos de toda la semana en un solo día, lo que permite ahorrar tiempo y dinero, planificar bien las comidas y establecer menús).
- Realizar ejercicio físico, aunque sea poco tiempo, ya que está demostrado que favorece el descanso y la producción de serotonina.
- Disfrutar del tiempo libre con amigos, familia o en actividades de las que uno disfrute, ya que permite desconectar del trabajo y apreciar el tiempo del que se dispone.
- En aquellos trabajos que requieran conducción, procurar un buen descanso previo al inicio de la actividad, ya que supone un riesgo elevado de accidente laboral.
A modo de conclusión, aunque en muchas ocasiones es complicado compatibilizar los horarios laborales y personales llevar a cabo una buena gestión del tiempo puede ayudar a sobrellevar las molestias que ocasionan los cambios continuos de horario. Velar por nuestra propia salud mental debe ser lo primero, por lo que no debemos dejar de hacer lo que está en nuestra mano por cuidar nuestra calidad de vida, lo que repercutirá positivamente en la calidad de nuestro trabajo.
Fuentes y enlaces de interés
- AEPSAL – Trabajo nocturno: Prevención y gestión
- Boletín Oficial del Estado (BOE) – Estatuto de los Trabajadores
- Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) – NTP 455: Trabajo a turnos y nocturno: aspectos organizativos
- Quirón Prevención – Trabajar de noche: consejos para paliar sus efectos sobre la salud
- Prevencionar – Trabajo a nocturno y a turnos. Estrategias para reducir sus efectos
Autora
Marta Carmona Martín – Técnico Superior en PRL en Metadata S.L.